El sábado
por la mañana al despertar el deseo de matar a todos mis amigos estaba al
máximo. Los muy golfos me habían embaucado con sus buenas intenciones y eso se
traducía en un monumental dolor de cabeza. Todo empezó cuando me invitaron a
tomar una inocente cerveza para celebrar el fin de la semana en la oficina.
Esta cerveza se había convertido en muchas más que a su vez habían evolucionado
en unos cubatas y así siguió la cosa hasta la madrugada. Cuando por fin llegue
a casa, borracho como una cuba, no se me ocurrió otra idea mejor que meterme en
la cama sin beber agua, que siempre ayuda a prevenir la resaca o eso cuenta la
leyenda.
Con pereza
hago el esfuerzo de enfrentarme a la claridad que se clavaba en mis ojos
haciendo que abrirlos sea una tortura. Decido lavarme un poco la cara a ver si
se me quita el mareo pero la imagen que ofrezco delata a la perfección cual es
mi estado. Por si no fuera bastante con el intenso dolor que me martillea las
sienes tengo que añadir las ojeras han aparecido junto a los ojos hinchados,
esto no hay gafas que lo tape. Dios gracias porque quedé con Maribel, mi novia,
en que vendríamos aquí a comer después de hacer unas compras. No quiero
imaginarme lo que sería aguantar hoy a la familia y mucho menos a mi suegra.
Después de
observarme en el espejo me voy a la cocina a ver que puedo pescar para el
desayuno, anoche no cené por lo que tengo un poco de hambre. Lo primero que
hago es abrir el frigorífico donde el brick de leche me mira atentamente,
esperando que lo coja, pero en ese momento el estomago se me encoje y una
angustia se hace presente al pensar en tomarme solo un trago. «Mejor me tomo
un calmante» pienso mientras me sirvo
un poco de agua. Tranquilamente busco la pastilla en su armario, la observo y
pienso en la mejor forma de sacarla de su envoltorio, si ya sé que es una
soberana estupidez, pero son de esas cosas que haces cuando tu cerebro no
funciona como debe. Una vez que decido
que presionar la pastilla a la forma tradicional es lo más correcto, mis ojos vuelan inocentemente hasta el
reloj de la cocina. « ¡Mierda! Otra
vez llego tarde a recoger a Maribel, verás la bronca que me echa»
Mi novia es
el ser más bonito que existe en esta tierra y no lo digo porque yo la quiera,
no, lo digo porque realmente parece una modelo. Es alta, guapísima y tiene una
melena castaña que quita el sentido pero también, y esto te lo aseguro, es el
ser con más mala leche del mundo. Si a esto le sumas que su madre no me traga
tenemos la combinación perfecta para que nuestra relación sea de lo más movida.
Cuando no está de morros por una cosa, esta por la otra y cuando no se lo
inventa, la cuestión es no parar de machacarme. Con el fin de aplacarla un poco
decido llamar a su casa y avisar de mi retraso, con un poco de suerte, le puedo
colar que estaba muy cansado de toda la semana y que anoche me vine pronto a
casa. Sé que no está bien mentirle y que me puede traer problemas pero hoy solo
quiero un poco de tranquilidad. Además de que
mi cabeza agradecería que nadie diera un grito. Descuelgo el teléfono y
marco rápidamente mientras rezo en silencio para que no me conteste la llamada
su madre. Al tercer tono recibo contestación.
-Dígame-vaya
por dios lo cogió el caniche estreñido, la cosa no va a ser fácil.
-Doña
Manuela, soy Goyo, ¿se puede poner su hija?
-No está,
salió a dar un paseo con el hijo de Tomasa.
-Claro–lo de
esta mujer por emparejar a su hija con ese muchacho empieza a ser enfermizo–,
cuando vuelva, ¿puede decirle que la recogeré media hora más tarde?
-Pero,
¿habíais quedado?
-Sí, señora
«Paciencia,
dios dame paciencia.» pienso mientras
que me paso la mano por el pelo.
-Pues no me
dijo nada, yo creo que no se acuerda, oye que yo no la culpo porque si
comparamos...
-Vale, vale,
lo que usted diga-corto educadamente-.Solo dígale que llegó media hora más
tarde. Que pase buen día.
Antes de
colgar el teléfono escucho a mi querida víbora vomitar halagos hacía mi
persona. Me puedo jugar la mano derecha, y no la pierdo, que no le va a decir
nada a Maribel y que antes de que salir de casa le habrá contado todo tipo de
teorías conspiratorias sobre el motivo de mi retraso. Por lo menos, me queda el
consuelo de que hoy comemos en mi casa.
Después de
una ducha revitalizante tanto mi humor como mi estado mejoran
considerablemente. Ya no me duele la cabeza, gracias a la pastilla, y me
encuentro más espabilado. Por lo que salgo rumbo a casa de mi amada, quizás le
diga la verdad de los hechos al fin y al cabo ella seguro que me comprende.
Cuando llego a su casa, no está bajo esperándome, ves lo que yo decía el
caniche me la volvió a jugar. Sin pensármelo dos veces, dejo el coche aparcado
en segunda fila y voy a tocarle al timbre para que sepa que ya estoy aquí.
-¿Sí?
-Baja, por
favor.
-Menos mal
que al señor le ha dado por aparecer–.Madre mía que enfado tiene–.Ya creía que
no vendrías. Podrías haberme avisado, ¿no?
-Nena, he
llamado hace un rato para avisar. ¿No te lo ha dicho tu madre?
-¡Deja a mi
madre en paz, Goyo! Siempre estas igual. Yo ya me he desvestido porque si te
parece normal tenerme una hora esperando.
-Ya te he
dicho que llamé y ha sido media hora, no una-digo
intentando defenderme-¿Vas a bajar o me voy?
-Pues no sé,
ya veremos.
-¿Qué ya
veremos? ¿Tú crees que yo soy un tonto? Mira, me voy al coche y como no bajes
en 10 minutos olvídate de que existo porque estoy de ti y de tu madre hasta
arriba.
Por
respuesta solo recibo el golpe que le dio al telefonillo al colgar. Cabreado
como en pocas ocasiones volví a mi coche para esperar los diez minutos. Estaba harto
de que me tomaran por tonto y ya estaba bien. Cuando voy llegando donde lo deje
veo que la grúa se lo está llevando. Mi día mejora por momentos, si solo quería
un poco de tranquilidad, ¿era pedir demasiado? Intento convencer, en vano, al
oficial de que solo llevaba unos minutos mal aparcado pero al levantar la vista desesperado hacia el
edificio donde vive mi novia veo a mi amada suegra riéndose en el balcón con el
teléfono en la mano, bata y los rulos en la cabeza. ¿Habrá sido capaz? Desde
luego solo le falta la escoba para saltar y salir volando.
En ese
momento de su rostro se borra la sonrisa, incluso diría que esta frunciendo el
ceño mirando algo que pasa por detrás de mi. Qué raro, hubiera jurado que
estaba disfrutando viendo como lo pasaba mal. Antes de que pueda girarme noto
como mi novia me coge de la mano y me da un suave beso en la mejilla. Sin
importarme el policía con el que estaba discutiendo hace un momento le planto
un beso de película. Que se entere la bruja, que esta vez gano yo.
Que bonito!!!!!!
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