jueves, 22 de enero de 2015

Cuando a uno le quieren de verdad

El sábado por la mañana al despertar el deseo de matar a todos mis amigos estaba al máximo. Los muy golfos me habían embaucado con sus buenas intenciones y eso se traducía en un monumental dolor de cabeza. Todo empezó cuando me invitaron a tomar una inocente cerveza para celebrar el fin de la semana en la oficina. Esta cerveza se había convertido en muchas más que a su vez habían evolucionado en unos cubatas y así siguió la cosa hasta la madrugada. Cuando por fin llegue a casa, borracho como una cuba, no se me ocurrió otra idea mejor que meterme en la cama sin beber agua, que siempre ayuda a prevenir la resaca o eso cuenta la leyenda.
Con pereza hago el esfuerzo de enfrentarme a la claridad que se clavaba en mis ojos haciendo que abrirlos sea una tortura. Decido lavarme un poco la cara a ver si se me quita el mareo pero la imagen que ofrezco delata a la perfección cual es mi estado. Por si no fuera bastante con el intenso dolor que me martillea las sienes tengo que añadir las ojeras han aparecido junto a los ojos hinchados, esto no hay gafas que lo tape. Dios gracias porque quedé con Maribel, mi novia, en que vendríamos aquí a comer después de hacer unas compras. No quiero imaginarme lo que sería aguantar hoy a la familia y mucho menos a mi suegra.
                        


Después de observarme en el espejo me voy a la cocina a ver que puedo pescar para el desayuno, anoche no cené por lo que tengo un poco de hambre. Lo primero que hago es abrir el frigorífico donde el brick de leche me mira atentamente, esperando que lo coja, pero en ese momento el estomago se me encoje y una angustia se hace presente al pensar en tomarme solo un trago. «Mejor me tomo un calmante» pienso mientras me sirvo un poco de agua. Tranquilamente busco la pastilla en su armario, la observo y pienso en la mejor forma de sacarla de su envoltorio, si ya sé que es una soberana estupidez, pero son de esas cosas que haces cuando tu cerebro no funciona como debe. Una vez que decido que presionar la pastilla a la forma tradicional es lo más correcto, mis ojos vuelan inocentemente hasta el reloj de la cocina. « ¡Mierda! Otra vez llego tarde a recoger a Maribel, verás la bronca que me echa»



Mi novia es el ser más bonito que existe en esta tierra y no lo digo porque yo la quiera, no, lo digo porque realmente parece una modelo. Es alta, guapísima y tiene una melena castaña que quita el sentido pero también, y esto te lo aseguro, es el ser con más mala leche del mundo. Si a esto le sumas que su madre no me traga tenemos la combinación perfecta para que nuestra relación sea de lo más movida. Cuando no está de morros por una cosa, esta por la otra y cuando no se lo inventa, la cuestión es no parar de machacarme. Con el fin de aplacarla un poco decido llamar a su casa y avisar de mi retraso, con un poco de suerte, le puedo colar que estaba muy cansado de toda la semana y que anoche me vine pronto a casa. Sé que no está bien mentirle y que me puede traer problemas pero hoy solo quiero un poco de tranquilidad. Además de que mi cabeza agradecería que nadie diera un grito. Descuelgo el teléfono y marco rápidamente mientras rezo en silencio para que no me conteste la llamada su madre. Al tercer tono recibo contestación.

-Dígame-vaya por dios lo cogió el caniche estreñido, la cosa no va a ser fácil.
-Doña Manuela, soy Goyo, ¿se puede poner su hija?
-No está, salió a dar un paseo con el hijo de Tomasa.
-Claro–lo de esta mujer por emparejar a su hija con ese muchacho empieza a ser enfermizo–, cuando vuelva, ¿puede decirle que la recogeré media hora más tarde?
-Pero, ¿habíais quedado?
-Sí, señora
«Paciencia, dios dame paciencia.» pienso mientras que me paso la mano por el pelo.
-Pues no me dijo nada, yo creo que no se acuerda, oye que yo no la culpo porque si comparamos...
-Vale, vale, lo que usted diga-corto educadamente-.Solo dígale que llegó media hora más tarde. Que pase buen día.

Antes de colgar el teléfono escucho a mi querida víbora vomitar halagos hacía mi persona. Me puedo jugar la mano derecha, y no la pierdo, que no le va a decir nada a Maribel y que antes de que salir de casa le habrá contado todo tipo de teorías conspiratorias sobre el motivo de mi retraso. Por lo menos, me queda el consuelo de que hoy comemos en mi casa.

Después de una ducha revitalizante tanto mi humor como mi estado mejoran considerablemente. Ya no me duele la cabeza, gracias a la pastilla, y me encuentro más espabilado. Por lo que salgo rumbo a casa de mi amada, quizás le diga la verdad de los hechos al fin y al cabo ella seguro que me comprende. Cuando llego a su casa, no está bajo esperándome, ves lo que yo decía el caniche me la volvió a jugar. Sin pensármelo dos veces, dejo el coche aparcado en segunda fila y voy a tocarle al timbre para que sepa que ya estoy aquí.

-¿Sí?
-Baja, por favor.
-Menos mal que al señor le ha dado por aparecer–.Madre mía que enfado tiene–.Ya creía que no vendrías. Podrías haberme avisado, ¿no?
-Nena, he llamado hace un rato para avisar. ¿No te lo ha dicho tu madre?
-¡Deja a mi madre en paz, Goyo! Siempre estas igual. Yo ya me he desvestido porque si te parece normal tenerme una hora esperando.
-Ya te he dicho que llamé y ha sido media hora, no una-digo intentando defenderme-¿Vas a bajar o me voy?
-Pues no sé, ya veremos.
-¿Qué ya veremos? ¿Tú crees que yo soy un tonto? Mira, me voy al coche y como no bajes en 10 minutos olvídate de que existo porque estoy de ti y de tu madre hasta arriba.

Por respuesta solo recibo el golpe que le dio al telefonillo al colgar. Cabreado como en pocas ocasiones volví a mi coche para esperar los diez minutos. Estaba harto de que me tomaran por tonto y ya estaba bien. Cuando voy llegando donde lo deje veo que la grúa se lo está llevando. Mi día mejora por momentos, si solo quería un poco de tranquilidad, ¿era pedir demasiado? Intento convencer, en vano, al oficial de que solo llevaba unos minutos mal aparcado pero  al levantar la vista desesperado hacia el edificio donde vive mi novia veo a mi amada suegra riéndose en el balcón con el teléfono en la mano, bata y los rulos en la cabeza. ¿Habrá sido capaz? Desde luego solo le falta la escoba para saltar y salir volando.


En ese momento de su rostro se borra la sonrisa, incluso diría que esta frunciendo el ceño mirando algo que pasa por detrás de mi. Qué raro, hubiera jurado que estaba disfrutando viendo como lo pasaba mal. Antes de que pueda girarme noto como mi novia me coge de la mano y me da un suave beso en la mejilla. Sin importarme el policía con el que estaba discutiendo hace un momento le planto un beso de película. Que se entere la bruja, que esta vez gano yo.


¡Si os gustó o no os gustó esta entrada no olvideis dejar vuestro comentario! Mil gracias por vuestra opinión

1 comentario :